Un País Insólito: VN-Z.L.A.
Novela inédita escrita por Alfredo E. Mambié F. ©2017
(Manuscrito Final)
Código de registro: 1801315637436 (Safe Creative)
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VE-27-02-2167
Durante su estancia en aquella reducida sala de cuidados intensivos, a Roberto Valdez le habían cercenado también ambas piernas. Poseía ahora tres prótesis robóticas o metamiembros y un agrio carácter de mil demonios. Martirizado, por el hecho de haber sido usado como una simple rata de laboratorio; sin consultárselo, tajantemente y porque sí, le hacía experimentar un odio hacia Randy Carrasquel, profundo y volátil. Aunque la realidad era que toda esa amargura la sentía contra sí mismo, a causa de su estúpido proceder. Haberse vuelto adicto a las biodrogas, lo había hundido en ese profundo y oscuro pozo existencial. Despertó consternado y notoriamente ensimismado, el efecto era en cuerpo y alma. Algo muy adentro de él había cambiado, aunque pareciese más notorio en su aspecto físico, que en cualquier otra parte.
“Chico Tico” tenía el rostro desencajado, la mirada turbia como un drenaje; contrastaba con la inmaculada pulcritud de la estancia médica donde reposaba. A su alrededor reinaba un profundo silencio. Era capaz de escuchar su propia respiración. Los sensores y monitores interconectados con los metamiembros, de vez en cuando generaban uno que otro pitido leve. Su recuperación y estado de salud actual eran perfectos, por lo que casi todos los equipos permanecían en estado ahorrador de energía. Se sabía desnudo y quiso vestirse con sus holgados pantalones de campaña que llevaba antes puestos. Los ubicó doblados a corta distancia de la camilla, sobre una repisa. Extendió su brazo izquierdo en perpendicular, sujetándose al borde de la camilla con la mano robótica, haciendo contrapeso. Estando todavía acostado, ya con los pantalones en las manos, buscó flexionar ambas rodillas, trayéndolas hacia su pecho y así enfundar con ellos las prótesis inferiores. Uno de los pies metálicos pareció desgarrar la tela con una facilidad asombrosa. —¡Maldición! —exclamó “Chico Tico”. Volvió a extender las piernas sobre la camilla, observando que la diestra robótica seguía sosteniendo la tela del pantalón, a pesar de haberlos ya soltado. Estaban extrañamente magnetizados, como engarzados al metal. Beto Valdez bufó irritado, sacudiendo la tela con fuerza. Justo ahí logró percatarse que dentro de uno de los bolsillos, un micrófono auricular inteligente se aferraba a su prótesis derecha como una pulga a la piel de un perro. Lo sacó del interior del bolsillo, sintiendo como si el mismo nanoartefacto se desprendiera a voluntad de la tela. Lo observó con detenimiento, acercándolo a la lámpara circular que tenía justo sobre su cabeza. El objeto curvilíneo brillaba como una perla nacarada. La minúscula luz de encendido titiló frente a sus ojos, lo que lo llevó a insertárselo en la oreja para comprobar si funcionaba. Beto Valdez se estremeció.
El sofisticado aparato permitía la recepción y transmisión del audio con una asombrosa claridad. Fabricado con nanotecnología inspirada en los implantes cocleares, funcionaba como un potentísimo procesador externo, micrófono y transmisor, encargado de codificar y analizar el sonido proveniente del exterior; aquella señal lograba una conexión muy profunda hasta el nervio auditivo del usuario. Beto recordó que la sincronización automática era generada por la visual en pantalla de la cámara drone que el legionario había destruido, por lo que cambió al modo personalizado, ordenándole una nueva configuración al dispositivo.
—Soy Beto Valdez, usuario clave V276. Función manual activada. Comprobar estado actual de conexión. Notificar al receptor nuevo intento de comunicación solo por voz.
Al instante escuchó una voz ecuánime y robótica respondiendo a sus solicitudes.
«Procesando… Conexión auditiva establecida en ambos canales… Esperando respuesta del receptor… Comunicación activada».
—Domínguez al habla.
—Aló. Director, ¿me escucha?...
— ¿Beto, eres tú?...
—Sí, Director. ¡Qué bueno volverlo a oír!
—¡Caramba! Cuéntame. ¿Cómo has estado?... ¿Te encuentras bien? ¿En dónde rayos estás?...
—Sí, sí, en general estoy bien, señor. Con un nanomicrófono auxiliar logré restablecer la comunicación. No lo tengo claro, estoy en lo que parece ser una unidad de cuidados intensivos o un centro de investigaciones, no estoy seguro. ¿Qué día es hoy?...
—Viernes, hoy es viernes. El nanotransmisor me acaba de dar tu ubicación GPS exacta... ¡Vaya! Ignoraba que ese dispositivo fuese capaz de funcionar y rastrearte, lo supuse dañado. Casi diría que ha sido un milagro. Perdimos todo contacto contigo hace cuatro días, muchacho. —Mintió el Director. —Y lo único que logramos fue encontrar la cámara drone destruida. ¿Qué carajos ocurrió? Ese equipo estaba bajo tu responsabilidad, Beto.
—Lo sé, señor. Estoy metido hasta el fondo en un gran paquete. Hizo bien en advertirme no hacer el reportaje. Y aunque lo hubiese intentado, quizás mucho de lo que me ha ocurrido, no habría sido posible transmitirlo en horario apto para todo público. También supuse que el nanotransmisor estaba desactivado, al dañarse la cámara drone el sistema de comunicación técnicamente se desactiva. Por alguna razón que desconozco, se ha auto reparado. Incluso ahora funciona mejor… Lo cierto es que estoy atrapado en esta sala claustrofóbica. No hay puertas, ni ventanas; creo que tendré que inventarme el modo de escapar. ¡Escucharlo me ha dado un gran alivio, Director!
—Igual a mí, muchacho. Pero, ¿de qué hablas? ¿Atrapado? Enseguida podremos enviar un equipo policial a rescatarte.
—No, aguarde. Si hemos podido reanudar la comunicación, entonces creo que con su ayuda podré ponerle al corriente de lo sucedido y averiguar más. La cámara drone fue destruida para advertirnos que no debemos meter las narices en esto, aunque nos tiente hacerlo. Pero yo mismo lo he presenciado y vivido en carne propia, confrontando las extrañas intenciones de un experimento nunca antes desarrollado: ¡La creación exitosa de un nuevo prototipo de ciborg!
—¡Lo que dices es una primicia colosal! ¿Tienes pruebas de esto?...
—¡Por supuesto! Observe. —“Chico Tico” mientras hablaba, se había parado de la camilla y manipulando un holograma táctil que ahora flotaba junto a él, con el cual activó una videollamada con el Director.
—¡Beto, por Dios…! —El chico lucía ante la visual NBN, su poderosa y sofisticada extensión robótica en su antebrazo derecho.
—Colosal, ¿no?... Yo tampoco lo podía creer hasta hoy. —Al igual que un físico culturista, “Chico Tico” quebraba la muñeca, flexionaba el antebrazo y se ladeaba ante la cámara. Aquel metamiembro poseía un aspecto y movilidad impresionantes; en vez de parecer una prótesis artificial, fría y limitada, casi se podía asegurar que formaba parte de la anatomía del reportero. Su apariencia era orgánica, fluida, consistente y muy similar a nuestra estructura ósea y muscular, a excepción a los materiales con que parecía haber sido fabricado, y a los minúsculos sensores que lo complementaban. Entonces dio un salto corto y veloz, trepándose sobre la camilla, quedando parado justo frente al transmisor NBN, que apuntaba hacia sus pantorrillas. El muchacho apartó con la mano el girón de tela desprendida de sus pantalones, mostrando una de sus extensiones metalizadas. Siendo Carnaval, y ya acostumbrado a ver tantos videos retocados digitalmente, el Director dudó. Beto lo pudo percibir en seguida. El presidente del canal, dejando a un lado la formalidad, también se hizo visible ante la visual NBN, manifestando incredulidad y asombro. La señal fue escaneada pero no se detectaba manipulación digital alguna.
—Comprendo su reacción, señores, pero créanme, en persona estas cosas ¡son mucho más impresionantes! Aunque lo que las hace realmente extraordinarias es la sustancia o materia viva que las acciona. Posee propiedades regenerativas y curativas nunca antes alcanzadas por ninguna medicina o tratamiento neurobiomédico actual. Puedo confesarles que desperté sintiéndome enfurecido y frustrado por estar aquí y haber sido utilizado para tales experimentos, ¡pero me ha invadido una euforia y una energía vital espectacular!
—Eso quiere decir, que todo va marchando según mis planes. —Beto Valdez y sus interlocutores escucharon la voz fantasma pero no advirtieron quien la expresaba. Al muchacho alzar la vista, el contraluz de la lámpara circular para cirugías no le permitía ver más allá, y lo único claro fue haber reconocido el timbre confiado y sereno de Randy Carrasquel.
—Ay Beto, mis hombres te lo advirtieron, nada de Medios… Cómo no convencerse que a los tontos mortales, todo lo prohibido les atrae, y es precisamente lo que buscan hacer. Escuchen con atención. En el siglo veinte, hubo una agrupación musical que fue muy exitosa y popular mundialmente, hasta que un día su cantante sorpresivamente tuvo un accidente. El hombre necesitaría un reemplazo de cadera. A pesar de esto, le fue muy difícil tomar una decisión respecto a mejorar su estado de salud, pues le era imposible presentarse en el escenario sin someterse antes a una delicada cirugía. El resto de sus compañeros de banda lo presionaron para que tomara una decisión y no lo pospusiese indefinidamente. Cuando rehusó a operarse, éstos decidieron continuar la banda sin él. Te cuento esta anécdota porque ahora tú actúas igual; te he dado suficiente tiempo, Beto y la decisión que debiste tomar la has postergado.
—¿Sabe algo? Esa historia la conocía y sí, así fue, los del grupo buscaron un reemplazo y encontraron al final un youtuber asiático tan bueno, incluso con las mismas características vocales y hasta físicas del original. Por eso todos sabemos que nadie es indispensable. Búsquese a otro. Usted igual puede seguir con sus planes locos, yo ya no deseo seguir formando parte de nada de esto, ¿entendió?...
—Así lo has decidido, pues bien. —La energía de aquel espacio súbitamente fue intervenida. La conexión a la Neurobionet se cortó. El espacio pasó en segundos a funcionar con recursos de emergencia y todo el entorno en donde se encontraba Roberto Valdez se iluminó por un momento con una densa luz roja. Comenzó a sentirse extrañamente debilitado, con un malestar corporal involuntario. Los metamiembros se habían descargado, o se sentían muy pesados, como faltos de vitalidad. Dando tumbos buscó alejarse de la camilla hacia la oscuridad que estaba frente a él. Se desmadejó cayendo al piso.
Todavía consciente, pudo observar cómo tras un sonido atronador de compuertas accionándose, el techo de donde se encontraba comenzó a abrirse en dos. Confundido y desconcertado, intentaba entender lo que estaba sucediendo y también sucediéndole a él. Lo que había interpretado como el sonido de unas compuertas, eran rocas y piedras desplazándose hacia los bordes de una grandísima cúpula o bóveda transparente que sobre Beto Valdez removían sendas palas mecánicas. Justo detrás, mucho más arriba, un intenso brillo dorado proveniente como de un sol preso dentro de una malla hecha de rocas emergía, sus haces de luz comenzaron a colarse por todos los recovecos que iba dejando libre la tierra sobre aquel techo traslúcido, cegando por momentos a “Chico Tico”. Podía oír y ver lo que sobre él y toda la sala de cuidados intensivos sucedía, pero aun así, estaba resguardado y seguro de no sufrir ningún daño. Aparentemente, el material con el que estuviese fabricado esa claraboya, debía ser blindado. Cualquier persona claustrofóbica podría fácilmente haberse sugestionado, imaginando la posibilidad de quedar enterrada viva. El estado atontado de Beto Valdez atenuó esa sensación, pero igual el reportero estaba en estado de shock. Sin saber de dónde, Randy Carrasquel, el auténtico, apareció parado justo a su lado.
—Debemos hablar, muchacho. Ese pequeño sol que brilla sobre nosotros es un fabuloso meteorito cuyas propiedades científicas y tecnológicas las hemos logrado develar luego de ciento cuarenta años de haberlo descubierto. Fue encontrado en el desierto de Atacama, en Chile, en el 2027. Logré apoderarme de él mucho después, pagando una altísima suma al gobierno chileno, prometiéndoles no revelar los avances de mis investigaciones a nuestro gobierno. Sabes muy poco de mí, y todo lo que conoces te hace pensar que soy un ambicioso y cruel narcotraficante con ansias de poder… Esa es la imagen que los Medios me han creado, y la cual he resguardado para poder proteger mis verdaderas intenciones, que quizás cuando las conozcas, cambies de parecer.
—¿Y por qué debería?... Algo me dice que usted controla estas cosas que ahora sustituyen mis miembros reales y siento que han dejado de funcionar justo ahora. ¿Acaso voy a morir? ¡No logro mantenerme ni siquiera en pie!
—No vas a morir aún, Beto Valdez. Solo he querido demostrarte que tengo total control sobre ti, tengo control sobre esa sustancia que hace funcionar tus metamiembros. Dedujiste bien, cuando fanfarroneabas frente a tus jefes. La biosustancia que todos llaman coloquialmente deggial, es el compuesto que una vez tu organismo logra asimilar, genera y hace posible la conexión con los metamiembros, permitiendo fusionar exitosamente a un organismo vivo con una máquina. Debes saber que he estado involucrado en todas las áreas científicas y de negocios relacionadas con este revolucionario descubrimiento. Sí, es cierto, años atrás cuando fui joven, me involucré en los bajos fondos de los narcóticos. Es mucho más amplio y complejo de lo que la gente supone. Los grandes laboratorios químicos y algunos emporios industriales corruptos, invierten altísimas sumas en estas sustancias adictivas, y por supuesto, devengan tanto dinero como lo ha sido el negocio de las armas. Pero lo cierto fue, que una de las tantas mafias se interesó en mis negocios turbios y buscaron extorsionarme, usando a mi única hija como rehén. Hice el intento, puse todo mi empeño, lo juro, pero no logré llegar a tiempo para hacer el intercambio y aquellos malnacidos, maldita sea la hora, asesinaron a mi hija de una manera cruel. Yo ya conocía a algunos de aquellos hombres y sabía que enfrentarlos era un reto muy grande, pero que valdría la pena asumir mientras yo lograse mantener a mi hija con vida. Expertos químicos a mi servicio, pudieron revelarme las potencialidades del meteorito chileno. Una minúscula cápsula elaborada según los criterios bioquímicos descubiertos, permite una absoluta y plena adicción a su consumo y a sus efectos. ¡Tú mismo lo comprobaste en los médanos de Coro! A los jóvenes consumir estupefacientes se les da muy fácil. Pero hay algo que debes saber. No fue accidental ni casual nuestro encuentro. Debías ser tú a quien yo le hiciera el ofrecimiento. Eras tú quien debía probarla. Tú fuiste elegido por un ser superior para completar una tarea en un lapso de tiempo limitado y preciso. ¡Porque se trata de algo mucho más grande y extraordinario, muchacho!
“Chico Tico” veía engrandecido a “Serpiente”, sus gestos y expresiones eran desde ese ángulo tan forzado, bizarro y teatral. El muchacho seguía en el piso, acostado y bastante aturdido por todo lo que Randy Carrasquel le confesaba.
—Las máquinas que llegaron de Haití son la clave.
—¿Se refiere a los androides africanos que pasaron por televisión?
—Exactamente, exactamente. Uno de ellos ha generado un rastro al gobierno que los conduce hasta un portal en el tiempo. ¿Puedes creerlo?
—No estoy seguro. Apenas tengo fuerzas para mantener mis ojos abiertos. Cada cosa que dice es cada vez más enredada.
—Pero sólo comprobando la existencia de ese portal, podríamos afirmar o negar que es cierto o no.
—Seguramente.
—Por eso, seguirás fielmente mis instrucciones, Beto Valdez. Esta vez sin chistar. —“Serpiente” dio media vuelta y se marchó con zancadas ágiles, desapareciendo en la oscuridad. Al no escucharse más sus pasos, el estado energético de la sala de cuidados intensivos se estabilizó, volviendo todo a la normalidad. Beto Valdez se incorporó a los pocos minutos y buscó acercarse hacia la camilla y los equipos de monitoreo inteligentes que la rodeaban. Pulsó el holograma táctil para reconectarse, pero el acceso a la Neurobionet ahora estaba bloqueado. Entonces expresó con voz rotunda:
—Director, ¿ha escuchado todo lo que se ha dicho desde que se cortó la videollamada?


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