«Los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo». Este aforismo pertenece al filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein, y realmente guarda una gran verdad. Con nuestras formas de expresión no solo decimos cosas, sino que también nos relacionamos con el mundo y con los demás. Desde siempre me ha parecido que logro expresarme y transmitir mejor mis ideas, pensamientos y mundo interior a través de la escritura. Creo firmemente en la comunicación oral, pero, sin dudas que comulgo plenamente con la máxima de Ludwig Wittgenstein, porque al escribir uno logra alcanzar un mejor estado de conexión con nuestras capacidades de comunicación. Y también con nuestros sentimientos más profundos. Recientemente encontré en mi closet una vieja agenda de notas. En ella hallé los borradores de tres poemas dedicados a cada uno de los tres miembros de mi familia más cercanos. De mi puño y letra. Así que, como un ejercicio de introspección, hoy los revelo al mundo con el noble propósi...
Lectura amena para degustar y quedar con ganas de más, alejada por completo de los convencionalismos, es creativa y libre, por lo tanto con estilo propio.