La dulce nostalgia me invadió. Suelo ser una persona que busca dejar atrás los momentos y etapas vividas, estableciéndome en el aquí y el ahora. La fragilidad y la inseguridad que en esos años juveniles me acompañaba hizo que de adulto quisiera borrarlos, para superarlos (o al menos hacer ese intento). La época de finales de los años setenta, inicios de los ochenta fue así, contrastante, intensa, llena de dudas y momentos inéditos juveniles que iban uno a uno configurando a ese ser humano que en pocas décadas fui convirtiéndome. Y sí, lo crean o tal vez lo intuyan, de joven fui tremendamente cursi, un tonto romántico, con alma de poeta, resguardando la claridad de esa luz cegadora que es en toda ley el amor. Mis padres me enseñaron esos conceptos, esa realidad que ellos dos en su mundo secreto, disfrutaban de maneras que pocas personas podrían creer posible. Y también pasaron momentos tan amargos y tristes que nunca los pensé capaces. Pero los llegué a acompañar en esos d...
Lectura amena para degustar y quedar con ganas de más, alejada por completo de los convencionalismos, es creativa y libre, por lo tanto con estilo propio.