«Escuchar Electric
Light Orchestra es siempre presagio de lluvia». Así asoció años atrás mi
buen amigo Luís Alberto, la música de esta agrupación con el fenómeno
climatológico, y con el temperamento algo lánguido que transmiten sus canciones
al escucharlas.
Aquel sábado soleado volví a recordar la vieja frase;
el presagio de mi buen amigo… porque desperté con ganas de ELO, y sin más puse uno de mis CD favoritos: Time. Al rato, mi esposa y Brian, mi hijo mayor, me acompañaban
recostados junto a mí apenas se inició el compacto. Siempre me ha encantado ese
disco porque entre sus composiciones hay un tema titulado “El Hombre del Siglo
XXI”, (porque la temática de todo el disco es futurista y relata un viaje en el
tiempo hasta el 2095) y para aquella época en que este disco salió (1981) yo
era apenas un muchacho de trece años oyendo esa canción por primera vez. Para
mi resulta también como otro presagio, ser ya adulto en este nuevo milenio y
seguirme gustando la Electric Light
Orchestra.
En la tarde me encontré con Luís Alberto en una
disco tienda para canjear tres entradas que habíamos comprado para asistir al
concierto de otra Orquesta, Diablo Swing
Orchestra. Decepcionados por la suspensión del evento y el lamentable
reintegro, decidimos caminar hasta su casa por encontrarnos cerca y también sin
dudas, para despejar la mente.
Y luego de algunas cuadras sin aviso previo,
comenzó a llover.
Inmediatamente sonreí. Le comenté de su poder sobrenatural
y seguimos caminando sin reparar mucho que nos estábamos mojando. Animados nos
refugiamos al rato en una cafetería restaurant en espera de que acampara. La
lluvia se había vuelto torrencial y el calor sofocante. Luís Alberto ordenó un
par de cervezas mientras que sonreído me comentaba que ese mismo local era
lugar de encuentro de él y nuestro buen amigo en común, Edward, cuando venía de
visita a la ciudad. Al instante a Luís Alberto le entró un mensaje multimedia
del mismísimo Edward por el celular con fotos recientes de su familia. Las
vemos y él exclama:
—¡Qué increíble, Alf, lo reventamos!
—¡Qué increíble, Alf, lo reventamos!
Decidimos tomarnos unas fotos juntos para
responderle a nuestro amigo lejano y que constatara en dónde estábamos
sentados. Luego seguimos la charla hasta su casa al instante que dejó de
llover.
Se hizo de noche. Ya en su casa, Luís Alberto
me comenta que deseaba mostrarme nuevo material musical en video, y coloca un
DVD del buen grupo español Barón Rojo.
Son canciones clásicas de Heavy Metal de los 80´s. Mientras suenan nos sentamos
en la barra, continuamos conversando y bebiendo cervezas.
La música del Barón nos acompaña: Resistiré, El Malo, Con Botas Sucias y Casi Me Mato, suenan
con agradable estridencia por las refinadas cornetas de la sala. Sencillos video
clips y algunas presentaciones en vivo van desfilando, mientras nos ponemos al
corriente de nuestras actividades.
Llamamos
a Edward y le saludamos “para darle coco de nuestra velada”. Hemos sido buenos
amigos y fieles conocedores de la música rock por más de veinticinco años. Por
sorprendente que parezca, existe y permanece entre los tres una misteriosa
conexión de pensamientos.
Luís Alberto, justo antes que el video de Barón
Rojo finalice, me expresa:
—¡Chamín! ¡No te había comentado! ¡Me eché mi
pasadita por la última Feria del Libro! Entre tantas cosas que vi, me compré un
libro que me pareció interesante, se llama «Así
se Escucha el Rock», ¡Me lo dedicó el autor y todo!...
Se aleja a su habitación y desde ahí regresa
con el libro en cuestión en la mano.
—¡Éste es!... Pensé en mostrártelo luego que lo
leyera… pero…
Lo tomo y lo inspecciono. Analizo la portada. Leo
la dedicatoria, la contraportada y luego sus primeras páginas:
“A todas aquellas personas que piensan que el rock es ruido y que
sus variantes más extremas no son música”.
Guillermo Berincua.
El
currículum del autor es impresionante: Graduado Magna Cumlaude en Comunicación
Social, músico, especialista en audio y, por supuesto, rockero. El libro es el
contenido de su tesis de grado.
Barón
Rojo sigue
sonando con fuerza. Y justo el tema que resuena en la sala, Breakthoven,
abre el primer capítulo del libro, como cita inspiradora.
¡Es increíble! ¡Perfectamente mágico! Suena la
música y sorprendido leo su letra en sincronía:
«Dicen
que el gran Beethoven hoy tocaría rock, aunque le ataquen mantendrá su opinión».
Con Barón Rojo y uno de sus versos, el autor
entró también en sincronía, sin proponérselo con tres rockeros veteranos, que
sin dudas, ya saben cómo se escucha el rock, pero apenas empiezan a
perfeccionar el alcance y el arte de su misteriosa alianza.
Más tarde, le tocó el turno a Ilegales, y el ambiente se tornó particularmente irreverente y cargado de ese peculiar sarcasmo musical. ¡Genial! Luego de tantos años siguen sin gustarles los pasos dobles.
Más tarde, le tocó el turno a Ilegales, y el ambiente se tornó particularmente irreverente y cargado de ese peculiar sarcasmo musical. ¡Genial! Luego de tantos años siguen sin gustarles los pasos dobles.


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