En mi sueño, Mandela levantó sus ojos mirando al firmamento. Vio miles, millones de brillantes estrellas, «estrellas de David», esparcidas como puñados de sal, y sonrió. Sonrió con ternura y misericordia, ya que junto a todas esas bellas luces estelares estaba también, fulgurante y atrayente, la luna creciente, «el Hilal». Su trémula belleza, cual rostro de mujer islámica, solapada con el manto de la noche. Las estrellas y la luna; los hijos de David y el símbolo sagrado musulmán; dos pueblos representados en un mismo pacífico espacio, en un único universo creado por la mano de un mismo Dios.
Escrito publicado originalmente el 30 de octubre de 2015 en:
https://social.shorthand.com/AMambie/u21mA8nC23c/nelson-mandela-palabra-y-concordia

Comentarios
Publicar un comentario