¡Patinar es lo máximo! Hoy estoy en extremo eufórico, muy feliz y satisfecho debido a que pude con gran acierto, (y a un muy buen precio) adquirir un nuevo par de patines de sofisticado diseño, (el video manifiesta mi verdad). Y para poder expresar la magnitud de lo que para mi este acontecimiento significa, he rescatado un viejo texto escrito por mi en el 1997, cuando mis ya desgastados y antiguos Roller Blade modelo Burner 212, estaban por ser toda una gran novedad en mi vida, tal como lo son ahora estos formidables Speed Machine 90. ¡Acompáñenme en ese recorrido!
Me prometí en mis adentros que describiría en directo esta sensación
tan única y formidable como lo es patinar. Desde mi época de infancia, despertó en mí esa necesidad de correr. En instantes el deseo, en
segundos la acción; tu cuerpo transformado en vehículo veloz, tal vez en felino
hambriento o en correcaminos burlón. Acortar distancias por el simple hecho de
fantasear y sentirse agitado. ¡Todavía recuerdo con qué éxtasis esperaba a que
culminara las horas de clases y comenzara el recreo! Correr me fue muy placentero y con los años, mis pies encontraron unos
sustitutos que los harían mucho más rápidos y ligeros, siempre y cuando
eligiera el terreno adecuado para desplazarme con ellos.
Era comienzo de los ochenta y del norte venía la fiebre de los Roller
Boogies, patines con botas incorporadas. Yo ya era bastante diestro con los
tradicionales Winchester, pero lo novedoso de estos patines era su llamativo
diseño, bastaron para inquietar mi anhelo de estrenar un par de ellos en
Diciembre. Un amigo y vecino llamado Rafael, fue con
quien compartí, de vez en cuando, el furor del patinaje. Aún cuando las ruedas
de éstos nunca fueron lo suficientemente aptas para terrenos irregulares,
nuestro afán de disfrutar correr sobre ruedas nos llevaba a aceras y al
pavimento de los alrededores. Como toda fiebre, después de vivir sus efectos,
desapareció y por una década lo de patinar quedó casi en el olvido. Mis Roller
Boogies, que conservé varios años, simbolizaban a las empolvadas alas de Mercurio y
a una diversión que invernaba.
La inminente llegaba del siglo XXI y este afán de mejorar lo inventado, aplicando soluciones con nuevos materiales y reingeniería, permitió al hobbie
del patinaje iniciar una floreciente primavera. Las cuatro ruedas estarían ahora lineales y su consistencia a base de
silicón despolvaría a aquellas limitadas alas de Mercurio, brindando mucha
mayor velocidad y la capacidad de recorrer sin problemas las calles asfaltadas
y disfrutar la sensación de deslizarse tan sólo por la fuerza de tus piernas
liberando al ritmo de tus brazos, el ímpetu de tu energía interna; la cual te
impulsa y permite a tu mente mientras ruedas, aliviar la carga.
Hoy domingo he vuelto de recorrer mis cuadras y mi corazón palpita
aceleradamente; tan rápido como fue mi ritmo sobre ruedas. Mi respiración repleta de un pulso agitado me recuerda lo vital del
aire y buscando calmar mi acalorado cuerpo, poco a poco finaliza el éxtasis
bajo una ducha fría ¡Qué bien se siente! Ahora mi mente vuelve a estar en
libertad…






Viendo todo desde afuera, algunas cosas han cambiado otras permanecen de la misma manera.
ResponderEliminarContinúo en la escritura, aunque ahora mis textos los publico en un blog online; ya no llevo aquella "bitácora viajera". Sigo casado, ya con dos hijos pero con la misma compañera, y ella copia mis relatos, los transfiere a donde yo quiera. Me sigue gustando de ella casi todas sus maneras. Y el placer por patinar sigue siendo mi gran afán a mis 44 eso sí, sigo siempre en 8 ruedas...!!!