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Catarsis


Acabarás flameado.


Dentro de sí, llevaba un odio inaudito. Era pura hiel o peor; era hiel y cicuta; hiel, cicuta y amargo de angostura destilados y puestos a fermentar. Suena exagerado, lo sé. Pero hay momentos en que los pensamientos negativos logran ser condenadamente desagradables y abrasivos. Como cloruro de hidrógeno a punto de ser liberado por un volcán activo; todo su ser interior lo sentía venenoso y volátil. Pero había una razón muy profunda y personal, la ira había tomado el control de sus emociones.


Sé que esta comparación les sonará a “Intensa Mente”, la cinta animada de Disney, aquella donde la ira es personificada por un mal encarado enanito color rojo fuego de ceño fruncido, con pantalones, cinturón y zapatos de vestir, corbata con diseño zigzagueante, y una blanca camisa con los puños arremangados, (importantísimo, porque así, al descubierto, destacaban sus fornidos brazos y puños amenazadores), siempre impaciente e irritable, propenso a desatar toda su violenta energía como única solución. Bueno, además del potente fuego que literalmente le abrazaba la cabeza, (este señor tampoco posee cabello), dándole chance únicamente de repetirse mentalmente unas pocas veces “Contrólate, contrólate”, segundos antes de explotar violentamente y maldecir.


Su jefe lo acababa de despedir. Acosado, buscó desplazarse sin demora hasta el vestidor, atravesando la escueta cocina, desatándose mientras caminaba el delantal del uniforme. Tras de él, el gerente mal humorado continuaba azuzándolo y humillándolo delante sus desconcertados compañeros. El muchacho tuvo chance apenas de abrir y recoger sus pertenencias del casillero. Sin tiempo para reparar que dejaba extraviado algo mucho más valioso que su orgullo. Olvidaba retirar su preciado cuaderno de recetas.


Luego de una rigurosa preparación, Camilo había decidido establecerse en Europa. No huía de su país latino, simplemente decidía conocer mundo. También aspiraba que el viejo mundo descubriera el suyo, porque particularmente lo consideraba exótico, muy adictivo y embrujador. Así había sido catalogado desde la época de la conquista. América, y el Caribe en general, estaban repletos de maravillas, riquezas, recursos naturales portentosos y un sinnúmero de singularidades en fauna, flora, vegetación, clima y costumbres ancestrales. Camilo, las fue estudiando con detalle y precisión. Le fascinaba particularmente la amplia variedad geográfica de estas tierras. Sus bellísimas costas y montañas, deltas, caños y manglares; penínsulas, desiertos, ríos y bosques de selva amazónica; extensas sabanas y morichales llaneros; cordilleras andinas, cayos y tepuyes. Disfrutó muchísimo de cada expedición, recorriendo cada pequeño rincón en busca de ingredientes e inspiración para crear originales recetas y así elaborar fabulosos tragos exóticos. Toda esa rica experiencia la fue condensando en una robusta libreta de tapa dura. Había decidido transformarse en un grandioso barman. Siempre había apreciado la buena cocina, pero la elaboración de nuevos tragos le causaba mayor éxtasis. Y nada lo animaba más que inventarse recetas que él mismo ideaba y cataba para luego de perfeccionarlas, ofrecérselas a sus amigos y conocidos, y luego a los conocidos de los conocidos. ¡El efecto era asombroso! A tal punto había llegado su aceptación y éxito como bartender que, en muy poco tiempo, Camilo logró reunir dinero suficiente para saltar el charco y establecerse en una modesta taberna rural española. Luego, con las ganancias de ese primer empleo, buscó un local de mejor estatus en la capital. Aunque nunca imaginó que enamorarse de la mujer equivocada sería su mayor inspiración y también su ruina. 


Durante el tiempo que estuvo conociendo el Amazonas, Camilo descubrió la guaraná, una planta con un fruto rico en cafeína con el cual desde tiempos remotos, los indígenas suramericanos elaboraban una bebida energizante con el extracto de su semilla. Varias de sus mejores bebidas favoritas contenían este ingrediente, dándole un sabor único y especial. Si una bebida alcohólica es por sí adictiva, combinada con la guaraná la hace completamente irresistible. Camilo experimentó lo mismo por ella al conocerla. Con sus mejores modales y labia la invitó a sentarse en la barra. Era la esposa del gerente, él no lo sabía. La química entre ambos fue instantánea. Su instinto le llevó a seducirla con lo mejor de su repertorio. Si bien había memorizado la mayor parte de sus creaciones, Camilo era distraído y falto de rapidez mental, por tal motivo, su cuaderno de recetas era vital al momento de preparar con precisión sus maravillosos tragos. Y vaya, ¡Ese día todos los que ideó estaban de rechupete! Las miradas ardientes y las insinuaciones más acaloradas llegaron a poner a Camilo como un cohete a reacción, hasta ese último y fatídico momento que el esposo de la señora estalló en ira.

Un agradecimiento especial a www.literautas.com por la motivación e inspiración para crear este texto según sus lineamientos del taller Escena Nº 37 de escritura creativa. 

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