
Para qué lo voy a negar, soy
fetichista. Mis objetos más preciados representan muchísimo y siempre ha sido
por esa conexión especial y afectiva que nos vincula. Hace ocho años una nueva
agrupación musical que me encanta fue creada a distancia, gracias a las
bondades de internet y al intercambio virtual de talentos. Dos de sus integrantes
(su cantante líder y el tecladista) atravesaron el Atlántico para viajar desde
México hasta Los Países Bajos para darle forma definitiva a Stream Of Passion. Su álbum debut dio origen a una primera gira
titulada: Vivir en el Mundo Real, así
también se llamaría una soberbia grabación que publicarían luego en DVD y doble CD para
deleite de quienes no logramos estar presentes en alguno de sus conciertos por
Europa. Estaba tan conectado con ese resultado que logré charlar por e-mail con
Marcela, su vocalista, mandándole mis palabras de elogio para ella y sus
integrantes. Luego ella aprobó mi solicitud de redactar las preguntas más relevantes
sobre su vida y carrera, estructurando una completa entrevista, la cual
conservo con mucho orgullo en mi portafolio web en Behance. Emocionado,
decidí adquirir una espléndida franela edición limitada en su tienda online, con
la enigmática cara de Marcela Bovio en la parte frontal, y una impecable foto
de toda la banda con la lista de los países visitados en la espalda. La prenda
representaba el positivo y exitoso cierre de su tour 2007 y también mi conexión
fetiche con la música y calidad indiscutible de Stream Of Passion.
A principios de agosto de este
año, decidí llevarme mi franela de los SOP para lucirla, como no, a mis dos
grandes amigos, quienes acordamos disfrutar unos días de sol y playa en
familia. Luego de seis años, Stream Of Passion
ha continuado su modesta carrera musical he incluso su bella vocalista terminó
casándose con el bajista del grupo, demostrando cuales serían sus nuevos pasos
a seguir en lo personal y en lo profesional: Anuncian el finiquito con su sello
discográfico y logran un positivo apoyo financiero con donaciones de sus
propios seguidores para la grabación y producción independiente de su más
reciente CD.
La estadía en la casa de playa nos
lleva a desvelarnos por gusto. La música, los tragos y la charla amena en la tranquilidad de la
noche, acorta las horas y mágicamente el sol hace su aparición. Marcela recibe
también en su rostro esos primeros y mágicos rayos, tan cálidos como su voz.
Nuestras esposas e hijos están dormidos. Los tres decidimos acercarnos hasta la
playa pues nos queda a muy pocos pasos. El mar nos recibe a sus anchas.
Continuamos conversando y bromeando sentados en la arena. Pocas veces te sientes
tan vivo. Uno de mis amigos se adelanta y entra a bañarse. El oleaje es fuerte
pero la playa es llana, apenas le cubre después de las rodillas. Lo miramos. Sabiendo
que tal vez el agua esté algo fría, la mar me llama, me tienta. Tomo la decisión
y con total determinación deslizo la franela de Stream Of Passion por encima de mi cabeza, me deshago con fuerza de
Marcela diciendo:
—¡Vamos a imitar al pana!
Ahora los tres nos zambullimos, luego
de un breve baño, la fuerza de las olas nos espabila aunque la sal marina me
provoca escozor en los ojos. Recuerdo que salimos, recuerdo que seguíamos
conversando, echando broma, vitalizados, pero no recuerdo haber recogido de la arena
mi preciada prenda.
Ya el sol estaba más en alto, y
al regresar, me tumbé frente a él en una silla playera del porche. Recuerdo
haberme quedado dormido brevemente. Luego alguien me animó a entrar a la casa
para acostarme y recobrar fuerzas. Tomé mis zapatillas en la mano y descalzo me
fui a dormir.
A las pocas horas desperté. Me
vino a la mente dos cosas: Mis lentes de sol y la franela de Stream Of Passion. Traté de rehacer lo
último que habíamos hecho, consultándole a mi esposa. Ella me juraba no haber
visto ninguna de las dos. Vi al pie de la cama mis zapatillas. Recordaba
haberlas metido, pero, ¿Y los lentes?... ¡Ay Dios! ¿Y mi franela? ¡Los dejé
olvidados en la playa! Salí inmediatamente a buscarlos.
Al salir de la habitación recordé
el retorno, ¡los tenía puestos! Debí poner los lentes dentro de una de las zapatillas.
Y devolviéndome al cuarto, comprobé mi teoría. Ahí estaban. Me los puse y salí
rápidamente hasta la soleada playa. Continuaba solitaria o volvía ha estarlo. Recorrí
todo el mismo lugar en donde no hacía nada, mis dos amigos y yo habíamos
estado. Inmediatamente concluí que tristemente la había extraviado. Aun así, le pregunté a mis hijos
y al resto de los que me acompañaban. Revisé toda la muda que había llevado
(otras franelas negras y estampadas) pero increíblemente mi franela no
apareció.
El doce de agosto retornamos de
aquel lugar de esparcimiento, y con toda pena acepté la involuntaria pérdida de
mi preciada franela. «Un desagradable descuido», pensé. No tenía otra idea en
la cabeza sino la de que alguien sin más la haría suya; me la habían robado al
encontrarla varada en la playa. Y así mismo se lo hice saber al despedirnos a
mis dos buenos amigos quienes permanecerían un tiempo más en la casa.
Asegurándoles que tenían mi permiso de negociar con quien vieran que la llevara
puesta en los alrededores, dada su exclusividad.
Hoy, quince días después, despierto
dispuesto a enfrenar un nuevo día y robóticamente busco vestirme como
acostumbro: una franela primero, una prenda encima. Cuando palpo dentro del
closet, encuentro una ancha franela negra guindada. Llama mi atención que es
totalmente negra, sin estampados. «Debe estar colgada al revés». Pienso. La descuelgo y
le doy vuelta; ¡Es mi franela de Stream Of Passion! Sonrío al verme en el
espejo. Marcela me vuelve a contemplar con cara enigmática y yo no entiendo
cómo pudo regresar a mí. —¿O debería decir, haberse escondido?— Busco a mi esposa, le exijo una explicación.
Ella me la ve puesta, me dice que sí, que ella la trajo de vuelta, perdida
entre otras tantas franelas y ropa de playa usadas pero que no recordaba que
era esa, la de Stream Of Passion, la
que yo buscaba, ¿Pueden creerlo?...

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